

Siempre he dicho que el folclore argentino y el sentir andaluz son hermanos, que debe de haber un nexo de unión, un vértice donde ambos empiecen y acaben. Pensaba en las metáforas, en las maneras de expresión, en que ambos son cante del pueblo, engendrados en él, y que en él y en la tierra se han hecho prósperos.

Hasta hoy no he encontrado la similitud, el nombre de aquello en que se parecen.
Pero hoy he encontrado la diferencia.


El folclore argentino y el sentir andaluz tienen esa diferencia: ambos están en la misma carretera pero uno va en un

El flamenco recorre el camino desde dentro. Por eso hay sangre y rigor y hondura. Por eso es oscuro (por dentro somos oscuros, ¿no?). El sentir andaluz estalla porque sale. Lleva el aliento en el quejío, el sabor del azufre del desamor y el almíbar de los besos del amante. El cantaor canta miradas, canta heridas, canta gestos, y caracoles canta si ve a su novia cruzar la calle. Toma el aire de su sangre, nos muestra su paisaje y nos pierde en palabras, en música, en sentimiento.


Ambos, cada uno en su camino, toman el atajo de mi cuerpo y me cruzan el pecho interesándome el corazón.
(Irene, julio de 2006 en La taberna del Buda)
No hay comentarios:
Publicar un comentario