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sábado, 8 de marzo de 2008

Habitar en dos idiomas (CHAFA)

Hola, la tropa:

Recibí esta cita de "Verba Volant", un grupo que manda cada día una cita célebre o memorable en varios idiomas:

Quotation of the day:

Author - Emile Cioran
French - On n'habite pas un pays, on habite une langue
Spanish - No habitamos en un país, habitamos en una lengua
lo que me tajo a la memoria algo que mandé hace tiempo a otra lista y que hoy lo revisito y, por lo que valga, se los impongo:


Habitar en dos idiomas
Escribo en dos idiomas porque vivo en dos idiomas; pienso, leo, trabajo y hago vida social en dos idiomas; crío a niños en dos idiomas, rezo en dos idiomas y cocino en dos idiomas. Cuando hago un rosbif cocino en inglés y cuando hago empanadas, pastel de choclo o porotos granados cocino en castellano. Amo y respiro en dos idiomas…

(Bárbara Mújica, Profesora de castellano en Georgetown University)



Yo también escribo en dos idiomas. Y pienso, leo y trabajo, e incluso hago vida social en dos idiomas. No tengo hijos, en parte por mi solterío agitanado y en parte por voluntad y en parte por otras circunstancias que no son volitivas y que no vienen al caso, pero, de tenerlos, los criaría en castellano y los bautizaría en castellano; en Diego y en Fernando, en Bernarda y en María, con una americana Amancaya por añadidura, para que –entre otras cosas— no se olviden de dónde vinieron y sepan adónde deberían ir.

Lo que si hago, siempre, es cocinar en castellano. Nunca he hecho un rosbif porque nunca lo he deseado ni me gusta; en mis 234 años en estos mis Estados Unidos y diversos, habré comido rosbif unas seis veces: todas ellas porque no tenía otra alternativa o por cortesía a mis anfitriones. Creo, además, que la gente que cocina en inglés toma leche a la hora de la cena o el almuerzo, los que cocinamos en castellano tomamos vino. Y creo que los que cocinamos en castellano usamos aceite de oliva la mayoría de las veces gracias a Dios y a su Madre Santísima. Y no es que no me guste el rosbif con espárragos, o el jamón con una rodaja de piña al lao, o el pastel de carne en compañía de pálidas arvejas recientemente liberadas de su oscuridad enlatada, no. Es que el cocinar para mí es, además de una necesidad, una especie de ceremonia eucarística; una consagración de mi América española y de mi España, con quienes comulgo a la hora de yantar. No lo hago muy bien, pero lo hago con voluntad, a veces con entusiasmo y siempre con nostalgia y cariño. Cocino en castellano y, si de mí depende como en castellano, con pan y vino. Sé que he amado dos veces y las dos veces lo hice en castellano; con boleros y zambas en castellano, con veinte poemas de amor y una canción desesperada, y con rimas de Bécquer. En Castellano. Y si volviera a amar amaría en castellano, aunque la amada fuera del Kazajstan o de Uganda (será que muchos tenemos la sospechosa ilusión de amar, en cada mujer que amamos, la imagen y el recuerdo de la "María" que, con Efrain, amamos por primera vez en el valle del Cauca y en las paginas de Jorge Isaacs). Y sé que si yo viera a la amada después de hacer el amor, durmiendo envuelta sólo en su piel y en la luz azulina del alba, no pensaría en ella como naked o nude sino como desnuda, en castellano. Es igual con las oraciones o las puteadas; no me imagino –ni nunca me oí— diciendo Our Father Who is in heaven… y, frecuentemente, sin siquiera pensarlo, me sorprendo por la noche, entre el último párrafo del libro y el dedo índice en el interruptor, repitiendo lo que me enseñó mi madre y aprendí casi simultáneamente con la facultad del habla:

Ángel de mi guarda
Dulce compañía
No me desampares
Ni de noche ni de día
No me dejes solo
que me perdería

y, a veces, a esa hora de la duermevela, escucho la delgada y joven voz de mamá en su

Aserrín, aserrán
Los maderos de San Juan
Piden queso les dan hueso
Piden pan y no les dan…

en castellano…

Y en castellano me mando unas puteadas bíblicas y en voz alta. Es visceral e inevitable y tiene la ventaja de que --en la mayoría de los casos— en este país, mi país, no las entienden en su gráfica verdad pero las comprenden en su intención por su onomatopeya y fonética coherencia. No es que me guste andar "deliberando groserías" como dirían –con otro significado— algunos mentecatos que se olvidaron del castellano o quieren hacerse los yanquis, no. No es eso. Lo que pasa es que para mí (dejo a los bilingüistas u otros eruditos las explicación científica de esta peculiaridad mía) las malas palabras, las buenas palabras, el amor, las penas, los números y las operaciones aritméticas –cosas que aprendí en la infancia, cosas que me enseñó mi madre y cosas que aprendí en la lleca, ya de maltoncito-- siempre han sido hechas y dichas en castellano y están –como mi idioma— pegadas al fondo de mi alma y bordadas en la telas de mi corazón.

Por eso me niego a dar respuesta siempre que me preguntan mis estudiantes –y me preguntan siempre— cómo se dice esta o aquella mala palabra o grosería en castellano. Me cohibiría un poco y me ruborizaría decir shit o fuck o whore en castellano enfrente de mis estudiantes y en pública audiencia. No así en inglés, como pueden leerlo. Sí; escribo en inglés. Y bien. Tan bien como puede hacerlo cualquier persona medianamente inteligente que ha vivido en este país por treinta y cinco años y que se dedica a la literatura y a las lenguas. Pero cuando escribo en castellano, pongo el alma en ello, y me siento cómodo y estoy en mi casa porque mi idioma es mi patria y mi casa; es mi puente y mi ventana, y es, además, mi identidad y mi facha, es decir mi fondo y mi forma. A lo mejor ésta es una deficiencia mía; pienso a veces en Jozef Conrad, extraordinario polaco que escribió en un inglés maravilloso unas novelas exuberantes y extraordinarias; pienso en Valdimir Nabokov o Jerzy Kosinsky; ruso el uno y el otro polaco como Conrad, y ambos dueños y maestros de un inglés impecable... Pero quizá Conrad, Nabokov y Kosisnky no querían recordar sus patrias o las recordaban con amargura, quizá querían dejar atrás todo tiempo pasado, no sé... ésta es sólo una conjetura. Para mí es lo contrario; yo quiero recuperar mi América y mi España y preservar mi infancia y mi identidad a través de mi idioma. Es a través de él y con él que yo habito las cosas elementales e importantes de la vida como son casa, comida y procreación. Es por eso que, además de cocinar, comer, rezar, restar, dividir y sumar, yo amo y multiplico en castellano. Y todavía no pierdo la esperanza o la "ansiedad de tenerte en mis brazos / musitando palabras de amor" en castellano. O, como dice el compañero Nicolás Guillén:


No en inglés,
No en señor,
Sino decirle compañero
Como se dice en español…


Bézoz a todoz, hoy, día de Santa Aurelia.

(El Chafa, 25 de septiembre de 2003)

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