___________________________________________________________ Canal CONCIERTOS Irene Fernández

Próximo concierto en vivo "online": Sábado, 31 de mayo de 2014, desde la Almazara de Paulenca (Guadix), 22:00 h (hora peninsular) __________________________________________________________
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miércoles, 16 de julio de 2008

A los bosques yo me interno (CHAFA)


Este bailecito es de la autoría de mi tío Alberto Ruiz Lavadenz. En serio, no les miento.

Ahí va en su memoria:




¿En serio ese es el nombre del autor y en serio es tu tío? Pues yo en mi repertorio lo tengo como "Anónimo".


Pues sí, Mirene, éste y otros más. Si mal no recuerdo, «Quisiera un puñal» también. Alberto, un bohemio, era primo hermano de mi 'apá.

Zóbez señora, zóbez a tódoz.

A LOS BOSQUES
(Letra y música de Alberto Ruiz Lavadenz, Bolivia)

A los bosques yo me interno
a echar mis penas llorando,
y los bosques me contestan
lo que has hecho estás pagando,
y los bosques me contestan
lo que has hecho estás pagando.

Ay como quieres que tan pronto
olvide el mal que me has hecho,
de rato en rato me toco el pecho
la herida me duele más y más,
de rato en rato me toco el pecho
la herida me duele más y más.

En la distancia te quiero más,
en la distancia te adoro más,
perdonaría cualquier ofensa,
pero olvidarte jamás, jamás.


MI TÍA CAROLA Y EL ESCRIBIDOR (CHAFA)

«Una actriz que nació en el Territorio de Colonias»
Entre los pandinos ilustres hay que citar a Carola Cobo, nacida en 1909 en el Terriorio Nacional de Colonias que sólo en 1938 se llamó Pando. Esta actriz de teatro, bailarina y cantante dejó su hogar para seguir a su esposo, el compositor Alberto Ruiz Lavadenz, a La Paz. Aquí se quedó e hizo su carrera que tuvo momentosde gloria. (El Diario-La Paz)

Mi tía Carola, casada con mi tío Alberto, era una bohemia y un miembro casi permanente del elenco de la compañía de teatro de Raúl Salmón (célebre por ser el modelo para el "escribidor" de Vargas Llosa) (q.v.).


De vez en cuando, más o menos una vez al año, mi tía llegaba a mi valle con la compañía en «gira artística» y entraba a la casa como una tromba marina que olía a polvos faciales, con ondulantes trajes de colores de escotes desorbitados, y una risa cálida y roja de tabaco y lapiz labial o "rouge" que le decían en esos tiempos. ¡Qué cosas, che!


LA TÍA JULIA Y EL ESCRIBIDOR

Es, ante todo, un libro divertidísimo, fuertemente autobiográfico pero al mismo tiempo imaginativo hasta la carcajada. El personaje central, "Marito" o "Varguitas", un joven "medio intelectual" con problemas familiares, se educa para ser hombre y escritor en la Lima neblinosa y casi inocente de los años cincuenta. ... en La tía Julia... entronca con los grandes clásicos de la picaresca y de la sátira al aprender a tomárselo a sí mismo. Pero, como suele ocurrir en las grandes comedias, detrás de la insigne y finalmente enloquecida huachafería del escribidor Pedro Camacho --autor de radioteatros y personaje clave en la novela-- se evidencia una reflexiva indagación sobre la literatura, sus parámetros, su obsesividad y su sentido. Mientras el delirante escribidor va desordenando el mundo, el joven Varguitas, envuelto en un apasionado romance, intenta ordenar el suyo [...]. (PEISA)


[...] Es la historia de los tiempos más difíciles en la vida de Mario, y éste se nos muestra a menudo como una persona difícil en lo personal en desmedro de su vocación. Sin embargo, Julia tampoco se nos revela como una mártir. Además, contiene declaraciones del "verdadero" Pedro Camacho, Raúl Salmón, quien alguna vez declaró "Vargas Llosa trabajaba en Radio Central o Panamericana, no recuerdo bien. Pero creo que éramos buenos amigos ." (Caretas 529).

Raúl Salmón, en los años 70. Entonces era alcalde de una ciudad en Bolivia. FOTO: Caretas.

(Chafa, 22 de abril de 2008)

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domingo, 13 de julio de 2008

Y a la mano con puñal (IRENE)


La voz de Mercedes Sosa me parece excepcional por su capacidad para expresar. Tiene el sabor de una rebanada de pan antiguo con aceite y azúcar. Consistente y agrícola como néctar de olivo, dulce a la vez. Pan con aceite y azúcar. Alimento esencial. Sabor fuerte y de almíbar. Considero que no tiene mucho más comentario porque en el magnífico poema de María Elena Walsh y en la voz mentada está todo. Colacho es ahí fundamental con su dúo, y la guitarra, claro, siempre la guitarra en pos de la voz de la Negra Sosa. Su sombra.


COMO LA CIGARRA

María Elena Walsh

Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí resucitando;
gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.

Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.


Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui sola y llorando;
hice un nudo en el pañuelo
pero me olvidé después
que no era la única vez
y seguí cantando.

Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.

Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás,
cuántas noches pasarás desesperando,
y a la hora del naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando.

Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.






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miércoles, 9 de julio de 2008

Una postal desde Lesetasuní (CHAFA)


Hoy especialmente, yo estaba pensando en mi ‘amá. Y no es que yo no piense y me acuerde de ella frecuentemente sino que hoy, especialmente –porque aquí el domingo es el Día de la Madre–, en uno de muchos de los programas de charla o talk shows en la radio (donde la gente llama por teléfono para dar su opinión), estaban hablando de los recuerdos más tiernos o los momentos más memorables que uno tiene de su ‘amá.

Yo, como me imagino todos ustedes, tengo muchos, y los que recuerdo con ternura son los momentos vinculados con las manos de mi madre, con sus manos suaves y delicadas como su voz cantora de tangos viejos. Me acuerdo de su manos cuando sus dedos discurrían por los renglones de un texto que se llamaba “El Chingolo” cuando, antes de que yo fuera a la escuela, ella me enseñó a leer…; me acuerdo de sus manos bordando espumas en las orillas de unos pañuelitos blancos, sentada en el alféizar de la ventana del comedor grande mientras las golondrinas, suaves y gráciles como sus manos, bordaban otras filigranas en el cielo. Y me acuerdo de un cumpleaños –estaría yo cumpliendo diez u once años–, cuando en su manos (y sólo Dios y ella saben con cuánto sacrificio y privaciones de su parte) me trajo de regalo el Pequeño Larousse ilustrado. Las tapas anaranjadas de ese diccionario, con la muchacha soplando el diente de león al viento, y sus ilustraciones*, las llevo hasta ahora en el corazón. Y en el corazón también llevo la pena de no habérmelo traído por acá cuando me vine. Lo dejé allá enfriándose sobre el mármol de mi mesita de luz. Lo dejé porque yo estaría quizá atolondrao por la arrogancia de la juventud y los afanes del viaje pero más que todo porque entonces yo no sabía que me iba a quedar por estos chacrales de Iowa seculae seculorum. En fin… acuerdesén de sus ‘amás, aparceros, aunque no sea el Día de la Madre por sus lares…

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*Siempre, desde changuito me intrigaron las ilustraciones en blanco y negro, generalmente grabados, huecograbados o punta secas que traían los diccionarios viejos, en donde Robespierre, por ejemplo, y Madame Curié tenían una semejanza asombrosa no sólo entre ellos, sino también con Mozart que, a su vez, se parecía a Rafael Sanzio, que se parecía a la señorita Élida que, en la vida real y fuera de las páginas del diccionario, era mi maestra de segundo grado. Y donde había una ilustración para triángulo isósceles o alambique pero no había nada para, digamos, triángulo escaleno o serrucho o palomar; sí para acordeón u oboe pero nada para arpa o clarinete… Siempre me intrigó quién y con qué criterio seleccionaba las ilustraciones para ésta u otra entrada. Cosas que se le ocurren a uno, ¿no?

(El Chafa, 6 de mayo de 2005)

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